Se ha instalado como una especie de “mantra” la necesidad de no estigmatizar el fracaso en las organizaciones y promover la experimentación, la innovación y, así, obtener un clima de cambio. Tal vez se está insistiendo demasiado en conferencias, publicaciones y foros sobre la necesidad de fracasar como fuente de experiencia. Cada vez está más claro que promover la experimentación alienta siempre posibles fracasos. Cuando cometemos errores aprendemos más y, hasta ahora, las empresas no toleraban bien el error.
Samuel West cuando fundo el museo del fracaso en Helsingborg, Suecia, estaba harto de todas las historias de éxito. Especialmente todas las historias de éxito sobre innovación. “La idea vino después de visitar el museo de relaciones rotas en Zagreb el verano pasado”. La mayoría de los proyectos de innovación fracasan, pero nunca escuchamos sobre ellos. El museo es básicamente una nueva forma de comunicar los hallazgos de la investigación. Mucho más interesante que un libro o un seminario académico.” La exposición está completada con productos de marcas tan conocidas como Twitter, Coca-Cola, Colgate, Bic o Apple. Casi toda la colección ha sido comprada por él a través de Internet pero en otras ocasiones ha sido donada.
Los productos fallidos nos enseñan algo sobre innovación. La innovación es muy arriesgada. La tasa de fracasos incluso para las grandes empresas está entre el 80% y el 90%. Como nos comenta Samuel “La innovación es un negocio difícil con una alta probabilidad de fracaso. Es sabio aprender de nuestros propios fracasos, pero aún es más sabio aprender del fracaso de otros. La innovación se promueve cuando aceptamos (o al menos toleramos) el fracaso.”
Muchas de las compañías que están representadas en el museo, que ya dispone de más de 70 artículos, son empresas líderes en sus sectores. “Esta es la idea fuerza que quiere transmitir el museo. Las empresas exitosas fracasan. Fracasan a menudo porque están constantemente innovando”.
La otra cara menos amable de los fracasos son las deudas, los embargos, etc. Samuel West está en contra de la glorificación del fracaso: “Nadie quiere fallar pero creo que tenemos que dejar de estigmatizar el fracaso y en su lugar utilizarlo para el aprendizaje”. Para minimizar los riesgos, Steve Blank popularizó el término producto mínimo viable (MVP, del inglés Minimum Viable Product). En sus textos recomienda comenzar un proyecto con un producto mínimo, tipo prototipo o similar, realizando solo una mínima inversión, e ir aprendiendo de los clientes y pivotando de modelo de negocio si las ventas no son las esperadas. Aprender de un producto mínimo viable es más barato que desarrollar un producto con muchas características, costes y con un riesgo mayor si el producto no es vendible.
Los profesionales o directivos que no fomentan el cambio y la experimentación seguro que no van a fracasar. Estos tienen un rol tan pasivo que les va a costar aplicar ideas nuevas. Henry Chesborough comento algo relacionado: “Los mismos directivos que siempre hablan de innovación suelen ser los primeros en castigar el fracaso”. En una entrevista para El País él diferenciaba así entre error y fracaso: “El fracaso es una consecuencia natural de experimentar, ayuda a aprender. Un error es repetir algo que ya se ha hecho antes y de lo que no se ha aprendido.”
Aunque se aprende del fracaso también se aprende del éxito. Un estudio de Mark H. Histed, profesor de neurobiología en Harvard, demostró que aprendemos más del éxito que del fracaso. Investigó que el cerebro es más receptivo al aprendizaje tras un éxito que después de un fracaso. La alegría que nos acompaña cuando tenemos un éxito refuerza los circuitos neuronales. El cerebro ante un éxito se vuelve más receptivo y ambicioso.
Además de escuchar sobre fracasos y leer muchos ejemplos teóricos, ya existe un museo innovador en Suecia, (muy cerca también de Dinamarca), para visitar con compañeros, familiares o amigos y ver casos reales que nos ayuden un poco a quitarnos el miedo a fracasar. Como dice Samuel West “El aprendizaje es, con mucho, la mejor manera de convertir el fracaso en éxito”. Él también ha fracasado muchas veces, pero se lo toma con esta filosofía… “Mi mayor problema es que no soy bueno en los aspectos económicos de los negocios. Tengo grandes ideas y soy bueno en implementarlas, pero fallo con los aspectos de negocios y los grandes proyectos fallan porque me quedo sin dinero ...”
“Inténtalo. Fracasa. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor”
Samuel Beckett